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Miedo al qué dirán de mí si escribo esto

Cuando hace más de veinte años empecé a escribir en serio, es decir, a ir a clases de escritura, a leer mis textos en público, a presentarme a concursos de relatos, me empezó a entrar el pánico por la vergüenza de qué pensarían los demás al leer mis historias. ¡Qué pudor! ¡Qué miedo al qué dirán de mí si escribo esto!

¿La gente pensará que me ha ocurrido de verdad lo que cuento en este relato? ¿Dónde pongo el límite de mi vida privada? ¿Hasta dónde puedo contar? ¿Mis padres o mis amigos sabrán que esa escena está basada en una anécdota real?

El pudor y la mojigatería son miedos bloqueantes que impiden a los autores noveles avanzar y encontrar su propio estilo. Además hacen que la escritura pierda naturalidad y frescura.

La represión por el qué dirán los demás ha frustrado de cuajo muchas carreras prometedoras. Si quieres deshacerte de este bloqueo, en este vídeo-post te explico cómo con ejemplos y desde mi experiencia de mojigata perdida cuando empecé a exponerme a los lectores.

La vida privada y la ajena es un material fabuloso para convertir en ficción. Pero la literatura no se puede quedar en la anécdota, tiene que trascenderla y convertirse en una historia universal. Cuando somos autores/as principiantes todavía no tenemos las herramientas y la técnica narrativa suficiente como para transformar los hechos reales en ficción. Entonces calcamos la anécdota tal cual sucedió y eso nos da vergüenza porque pensamos “cuando Fulanito o Menganita lee esto, se va a dar cuenta de que es real”.

Con el paso de los años aprendes a “camuflar” la realidad y se te irá quitando el pudor. Lo sé porque yo lo he vivido, y después de todos los relatos publicados en antologías, del libro de cuentos y de la novela, me da un poco igual lo que los demás piensen de lo que escribo. Pero para llegar a este punto necesitas mucho entrenamiento.

Si la anécdota que vas a utilizar es muy cercana a la realidad, quizá quieras contárselo a la persona implicada antes de que se publique, para no encontrarte con sorpresas desagradables. Al final has “aireado” algo que ocurrió en la intimidad y que puede llegar a los lectores. Aunque yo soy de la opinión de que todo lo que se escribe es ficción porque está pasado por un tamiz de los recuerdos individuales que no tienen nada que ver con los de la otra persona. Pero esa es solo mi opinión.

Otro miedo al qué dirán de mí si escribo esto de los/as autores/as noveles se materializa en este pensamiento: “¿creerán los lectores que todo lo que cuento en la novela me ha ocurrido a mí?”. Ten en cuenta que el narrador nunca es el autor, independientemente de si utilizas una voz en primera, segunda, omnisciente o testigo.

Donde más se nota que nos reprimimos a la hora de escribir es en las escenas de sexo. Metemos a los lectores en la vida íntima de nuestros personajes, pero luego les escatimamos los momentos más tórridos. No se trata de convertir nuestra novela en pornografía pura, pero si la historia lo requiere, ¿por qué no tratar con sutileza, sugiriendo e insinuando el encuentro sexual? Siempre de forma coherente y equilibrada con las acciones y la psicología de tus personajes.

El pudor y la mojigatería se nota también en el lenguaje, en la utilización de palabrotas, palabras malsonantes o sexuales. Tampoco podemos ser rácanos en este sentido, siempre que la historia lo requiera. A lo mejor tu personaje no diría “pene” sino “polla”. Si retorcemos el lenguaje buscando ser elegantes, estaremos siendo infieles a la historia y poco verosímiles con la realidad de nuestros personajes.

A veces utilizamos eufemismos evidentes y manidos (mujer de color=negra; persona invidente=ciego) para no alejarnos de lo que creemos que es el lenguaje correcto y normativo. De nuevo, lo que esto esconde es el miedo al qué dirán si pongo “cabrón” en lugar de “idiota”.

Se trata de no ofender a ningún colectivo, pero hay que tener en cuenta que las palabras no son lo ofensivo, sino el cómo y el para qué se utilizan. Dentro de nuestra ficción tenemos que adecuarlas al personaje para que sea verosímil, pero sin caer en la descalificación que en ocasiones puede ser motivo de constituir algún delito.

Ahora dale al play si quieres saber más sobre el miedo al qué dirán de mí si escribo esto. Y déjame un comentario aquí o en mi canal de YouTube si tienes alguna duda o consulta.

 

Espero que este vídeo te sirva de utilidad y muchísimas gracias por verlo.

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