Todos los novelistas, absolutamente todos, tienen algo en común: han escrito por primera vez en su vida una novela. Y salvo que alguien diga lo contrario, todos son humanos y seguro que han cometido errores de bulto cuando empezaron a escribir.
Por mi faceta de lectora profesional, desde el año 2006 he leído cientos de manuscritos para editoriales y agencias literarias y en muchos de ellos he detectado una serie de puntos débiles que se pueden subsanar. En este episodio de mi podcast te quiero compartir los cinco errores más comunes al escribir una novela y cómo solucionarlos.
Pero hay más de cinco, en concreto tengo una guía donde he recogido las once claves para corregir estos puntos débiles. Te puedes descargar el mega ebook aquí, es gratis.
Y ahora sí, vamos con el detalle de los cinco errores más comunes y cómo puedes solventarlos antes de empezar a enviar tu manuscrito a editoriales o agencias literarias.
El comienzo: la historia no arranca
Me encuentro muchos manuscritos de novelas cuya historia no arranca, no termina de despegar. ¿Cuándo empieza una historia? Hay tantas maneras de comenzar una novela que daría para una tesis. Pero lo más importante (y la única regla, si es que existe alguna) es que la frase inicial agarre al lector por el cuello y le obligue literalmente a traspasar el umbral de la primera página.
Pero también asegúrate de que no empiezas demasiado en “alto” la historia y que luego no puedas mantener ese nivel porque así se frustran las expectativas del lector.
A veces leo novelas que empiezan como un tren a vapor, como aquellas antiguas máquinas del siglo XIX. Son muy lentas, comienzan con la vida cotidiana del protagonista, pero sin ningún tipo de relevancia: el personaje se despierta, desayuna, se viste… Así es muy difícil que el lector siga leyendo más allá de la página 10. Hay que engancharlo rápido o se aburrirá.
Uno de los arranques más atractivos es el comienzo in media res. Debajo del podcast, en la sección de los contenidos relacionados, tienes el enlace a un post en el que describo este tipo de inicios de novela.
¿Qué puedes hacer si tu comienzo no termina de arrancar? Si empiezas con la descripción de un ambiente o con el pasado de un personaje, asegúrate de que sea relevante y no te pares en detalles que no tienen importancia. También puede que tu arranque parta de un conflicto inicial que no tiene consistencia suficiente para generar expectativas en el lector. Por ejemplo, tu protagonista va por la calle y se le pierde un guante. Sería más interesante si pierde a su hijo o un maletín con un millón de euros, ¿no te parece?
El tema
Me parece el punto más esencial de cualquier historia. El tema es el foco principal al que se dirige la novela. Respondería a la pregunta ¿de qué va esta historia?, ¿qué quiere contar este relato? Sirve también para definir el género en el que se enmarca. Es conveniente que haya un único tema principal aunque puede haber temas secundarios.
Muchas veces me encuentro con novelas que van dando bandazos entre un tema y otro. ¿Es una novela de investigación en la que se resuelve un misterio? ¿Se trata de una historia sobre una ciudad? ¿O de relato sobre un hombre en plena crisis sentimental?
En ocasiones, la mezcla de varias historias que compiten en importancia hacen que el relato vaya dando tumbos. Unas veces “juega” a una cosa y otras veces a otra, pero no hay un equilibrio. Parece como si el autor estuviera en una partida de póker y al mismo tiempo en una de parchís con las mismas reglas.
Habría que tomar una decisión: ¿cuál de todas las historias es la principal? Y seguir el hilo de la trama desde el principio hasta el final, intercalando las tramas secundarias.
Al comienzo de mis clases de novela, hacemos ejercicios para focalizar el tema como por ejemplo, hacer un listado de diez temas muy muy concretos que se quieran tratar. Y también les pido a los alumnos que hagan una sinopsis de la historia que van a contar. Se trata de sintetizar el tema y los subtemas para ayudarte a poner foco y no andarte por las ramas. ¡Ojo, no es lo mismo tema que argumento! Debajo del podcast tienes también un enlace a un post sobre este asunto.
Verosimilitud y credibilidad
Cuando un escritor cuenta una historia, está creando un pacto con el lector. Y si ese pacto se rompe, toda la ficción se viene abajo. Esto nos lleva a otra problemática de los borradores de novela que leo: la vida de uno mismo no es ficción; en cambio, la ficción sí es una recreación de la vida, un material veraz que tiene que convertirse en universal, en literario.
La vida real está plagada de coincidencias asombrosas y las aceptamos sin reservas. Como por ejemplo cuando hace mucho tiempo que no ves a una persona, de pronto te acuerdas de ella por alguna razón y ¡casualmente! te la encuentras en el autobús al día siguiente. Estas coincidencias pasan y punto. Pero en la ficción el escritor tiene que crear esta verosimilitud en el mundo que está fabricando. Pueden ocurrir las cosas más asombrosas, pero tienen que estar justificadas.
Uno de los errores que cometemos cuando empezamos a escribir es pensar que el lector se va a creer lo que le contemos porque así ocurrió en la realidad y son los hechos fidedignos. Todo lo contrario, la realidad supera la ficción pero esto no es literatura. Hay que dar sensación de credibilidad pero sin caer en lo real.
Exceso de documentación
Este error tiene mucho que ver con el punto anterior: la verosimilitud y la credibilidad. Si queremos ser demasiado fidedignos a la realidad y metemos mucha documentación en nuestra novela, corremos el riesgo de abrumar al lector con detalles sin importancia. Demasiado dato se “come” la narración, ralentiza la acción y es el enemigo number one de la tensión y la intriga.
Si te entretienes a cada momento en descripciones sin relevancia o conversaciones banales para incluir toda la información que has obtenido en tu proceso de documentación, lo más probable es que el lector se aburra y se salte páginas de tu novela buscando la acción.
La documentación debe ser la mínima posible y tiene que estar bien imbricada en la vida y los diálogos de los personajes. No la sueltes toda en párrafos descriptivos.
También puede ser que te pares demasiado a explicar un sueño de un personaje, o intentes darle una coherencia y una lógica. O a lo mejor te estés metiendo demasiado en el pensamiento de tus personajes o en su pasado sin relevancia. Cuidado con esto también.
Maniqueismo de los personajes, el bien y el mal absoluto
Y llegamos ya al último de los errores al escribir una novela y cómo solucionarlos. Está relacionado con los protagonistas de la historia. La principal debilidad que encuentro en los personajes es que suelen ser planos y sin profundidad. Estereotipos faltos de vida que caen en lugares comunes. Damos por hecho que una portera, una prostituta, un banquero, una bailarina, un empresario… se comportará de una manera determinada solo por la “etiqueta” que llevan. Pero los humanos somos algo más.
En la vida real no hay buenos buenísimos ni malos malísimos. Las personas somos una gama de grises infinita. Y los personajes deben destilar esa humanidad, esa forma errática y en ocasiones impredecible de actuar que da profundidad y redondez a su carácter. Está claro que Madame Bovary solo hay una, pero si la protagonista de tu historia es tan previsible que el lector se adelanta a sus pasos, no será memorable, que al final es lo que importa para empatizar con ella.
No se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino de un conflicto de intereses entre personajes antagónicos. Los personajes tienen que tener sus virtudes y defectos, destilando siempre verosimilitud y credibilidad como el resto de la historia.
Ahora dale al play si quieres escuchar el podcast sobre los cinco errores comunes al escribir una novela y cómo solucionarlos. Y déjame un comentario aquí o en mi canal de YouTube si tienes alguna duda o consulta.
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Espero que este podcast te sirva de utilidad y muchísimas gracias por escucharlo.
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