Cuando estamos persiguiendo un objetivo o queremos conseguir algo, es normal que tengamos una serie de motivos que nos impulsan a actuar. Es lo que llamamos motivación, que no es otra cosa que los motivos que nos mueven a la acción.
Qué importante es la motivación, no solo para nuestra vida cotidiana, sino también para construir a nuestros personajes de ficción. Encontrar los motivos que mueven a la acción a tus protagonistas es crucial para dotarlos de verosimilitud y autenticidad. La construcción de personajes de carne y hueso pasa sí o sí por desarrollar su psicología profunda relacionada con sus valores, creencias y motivos.
En este episodio de mi podcast “Pasión por la escritura creativa” te comparto cómo puedes escribir las motivaciones internas de los protagonistas de tus historias. Además te cuento la diferencia entre objetivos y motivos y te pongo ejemplos prácticos de mi novela “La mujer que vendía el tiempo”.
Objetivos y motivos
La motivación es el conjunto de factores internos y externos que nos mueven a actuar para conseguir el objetivo marcado. Los motivos son los que dan el significado profundo a nuestras historias. Son los porqués, aquello que hace que un personaje avance en la acción, que se desarrollen los conflictos y obstáculos.
En nuestros personajes tenemos que diferenciar dos cosas: 1. Los objetivos son aquello que el personaje quiere conseguir y 2. los motivos son lo que le impulsa a conseguirlo, las razones por las que lo quiere conseguir.
Los objetivos se relacionan con el conflicto, el protagonista quiere conseguir algo o evitar algo y hay fuerzas opuestas (antagonistas) que impiden que lo consiga. Estos objetivos están vinculados a su patrón de creencias y sus motivos profundos. El objetivo es lo superficial y el motivo es el significado profundo por lo que quiere conseguirlo.
La motivación siempre apunta a algún aspecto interno del personaje. Dos personajes pueden querer conseguir el mismo objetivo, pero por distintos motivos. Sin motivación clara, la historia se queda descafeinada. Si los personajes no tienen una carga de profundidad significativa (subtexto), la historia se queda en una anécdota superficial.
En mi novela “La mujer que vendía el tiempo” la protagonista, Ruth Burrell, tiene un objetivo muy claro: mantener su negocio, pero tiene un montón de antagonistas como la competencia de su mercado o el estallido de la II Guerra Mundial en Londres. Pero Ruth quiere este objetivo por unos motivos profundos relacionados con sus creencias y valores: ella quiere que su negocio no se hunda por amor propio, porque lo heredó de su padre, necesita sentirse valiosa y ser leal a su progenitor. También le mueve la motivación de mantener a dos personas que tiene a su cargo: su madre Mary y su asistente Erika.
Tipos de motivaciones
Las motivaciones son muy variadas y suelen estar mezcladas. Es importante definirlas cuando construimos la psicología interna de nuestros personajes a través de preguntas, de su carácter o del test eneagrama.
Puede haber motivaciones básicas como la supervivencia, la curiosidad, la culpa o el miedo; motivaciones negativas como el dolor o la vergüenza; motivaciones nobles como el honor, la lealtad, la fidelidad…; motivaciones perversas como el odio, la envidia, la venganza, el rencor… En esta mezcla y contradicción de motivaciones es donde reside la riqueza de nuestros personajes, como ocurre con los seres humanos.
Las motivaciones van variando según va avanzando la historia y se va desarrollando el arco del personaje. Por eso es importante construir una psicología profunda de varias capas para que pueda ir evolucionando en cada fase de la trama.
La motivación no tiene por qué ser explícita ni evidente. Hay autores como los herederos de la tradición cuentística de Antón Chéjov (Raymond Carver, Charles Bukowski, Alice Munro…) que son especialistas en no mostrar los motivos. Construyen al personaje desde la motivación, luego desarrollan el objetivo y por último la acción, van desde lo más interno a lo más externo.
Las motivaciones cambian con las épocas
Ahora no existen los mismos motivos que impulsaban a la acción a los personajes de las novelas de aventuras del siglo XIX, por ejemplo de autores como Joseph Conrad, Herman Melville, Jack London… En estos escritores el mar era una especie de metáfora de una vida interesante frente a la vida aburrida de tierra firme. Los personajes no tienen una motivación concreta, simplemente se echan a la mar para vivir aventuras. El conflicto va sucediendo luego con los obstáculos en la travesía marítima. Los personajes tienen que ir capeando el temporal y al oponerse a esos conflictos es cuando surge el cambio interior. La construcción en el siglo XIX era al revés, primero acción, luego conflicto y después motivos.
Lo mismo ocurre con el personaje de Gregorio Samsa de “La metamorfosis” de Kafka: despierta convertido en un insecto aunque no quiere, pero ya se encuentra con ese conflicto desde el principio. Luego encontrará las motivaciones para dejar de ser un bicho o volver a ser un humano. Por tanto, hay personajes activos que desean alcanzar algo relacionado con unos motivos internos y personajes pasivos que ya se encuentran con las circunstancias adversas y quieren volver al punto de equilibrio, eso sería su motivación.
Te invito a que construyas a tus personajes desde el interior, enriqueciendo su desarrollo con motivaciones internas que les hagan avanzar en la acción y den a tu historia un sentido profundo.
Ahora dale al play si quieres saber más sobre cómo escribir la motivación de tus personajes. Y déjame un comentario aquí o en mi canal de YouTube si tienes alguna duda o consulta. También puedes escuchar este episodio en Ivoox, Spotify, Google Podcasts y Apple Podcasts.
Espero que este podcast te sirva de utilidad y muchísimas gracias por escucharlo.
Contenido relacionado:
0 responses on "¿Cómo escribir la motivación de tus personajes?"