Creo que este es el post más personal que he escrito hasta ahora. Y es que mañana es San Valentín. Aunque no soy muy partidaria de este tipo de celebraciones (que me parecen consumistas y artificiales), tengo que confesarte que en esta ocasión quiero celebrarlo. Porque estoy enamorada. Sí, ya lo he dicho, ya está. Vale, estarás pensando, <<“¿y a mí qué?” “Yo soy más de San Solterín”. “¿Esto no era un blog de escritura?” “¿Qué tiene que ver esto con escribir?”…>>
Pues tiene que ver T-O-D-O. Porque no he terminado lo que te estaba contando… Soy de esas personas que creen que hay que ponerle amor a todo lo que se hace en la vida. Que prefiere morir de pasión que de aburrimiento, como decía Zola. Y te confieso que estoy tremendamente enamorada de mi trabajo, de poder ayudar a las personas que tienen una historia que contar y necesitan que el mundo la lea. Después de este año trabajando con diferentes escritor@s, me he dado cuenta de que tod@s ell@s tienen tres cosas en común, que les convierte en grandes apasionados de su escritura. Vamos a llamarlas: claves para mantener y llevar a buen puerto su historia de amor con la escritura.
Pero antes, otra confesión
Yo no siempre he amado lo que hacía [esta es la parte personal del post, así que si no te interesa, puedes saltártela e ir directamente a las claves]. Durante 17 años trabajé en un banco. ¡¡Sí!! Yo también me sorprendo aún cuando lo menciono. Aunque te digo la verdad, no me disgustaba lo que hacía. Me dediqué primero a desarrollar campañas de marketing enfocadas a segmentos. Más tarde gestioné los contenidos digitales y las redes sociales de atención a clientes. Y dirás, pues parece un trabajo chulo. ¡Y lo era! Pero tenía un problema: era desapasionado, no sentía nada por él. Era como una relación de años que ha caído en la rutina y el aburrimiento. No resonaba conmigo, no era mi vocación. Yo necesitaba pasión, aventura, riesgo… sentir que estaba vida. No sé si me estoy explicando.
Y entonces sucedió el milagro…que si te interesa puedes leer en mi historia para no alargarme más. El caso es que a partir de entonces me embarqué en este viaje de no retorno: ayudar a escritoras y escritores a desatar todo el poder de la palabra. ¿Cómo? Leyendo y mejorando sus manuscritos, acompañándoles en el proceso de escritura de su libro o visibilizando y promocionando su obra en redes sociales.
Claves para mantener tu amor por la escritura
Y como te comentaba más arriba, he descubierto tres claves, tres puntos fuertes que tod@s tienen en común para mantener su compromiso con la escritura y que te comparto:
– Regar la plantita. O llámalo “mantener viva la llama de amor” aunque suene un poco más ñoño. Igual que con tu pareja, hay que estar pendiente de la relación, de trabajarla con constancia todos los días. Hay que regar a base de bien tu ficus cada mañana…tú ya me entiendes. La escritura es una amante generosa pero también exigente. Exige perseverancia, trabajo, paciencia, tesón, firmeza y grandes dosis de amor. En otras palabras, la escritura es escribir, escribir, escribir, todos los días, aunque sean tres párrafos, dos frases, un título. ESCRIBIR.
– Poner todos los sentidos en la relación. Si vas enrollándote por ahí con otr@s, es probable que tu relación de pareja no sea tan fuerte como crees. En la escritura pasa lo mismo, si no sientes algo que te corroe por dentro, una obsesión alimaña como la llamaba Cortázar, si puedes dejar de escribir… haz punto de cruz o pinta naturalezas muertas. Pero si estás “hasta las trancas” por ponerte a contar esa historia que llevas dentro, entonces no hagas otra cosa, enfócate en poner todos tus sentidos en escribir. Lleva siempre un cuaderno o toma notas de voz para recordar esa frase genial que se te ha ocurrido, apunta rasgos de tus personajes y posibles argumentos… En este vídeo amplío el concepto de la atención y la curiosidad en literatura.
– Dejarse llevar. A veces nos exigimos demasiado a nosotros mismos y a nuestra pareja. Queremos que todo sea perfecto, que nuestro amante nos dedique su tiempo al máximo, que no la cague, que vayamos perfectamente vestidos y por favor, que no se tire pedos (y que no se me escape ninguno, upss!). Ya, ya, pero la realidad es que hay momentos en la vida que es mejor dejarse llevar, confiar en la improvisación, la espontaneidad, la falta de planificación. En escritura, el concepto “flow” (fluir) es uno de los más poderosos: dejarse arrastrar por la voz de los personajes de un cuento o de una novela es pura magia. Fluye mientras escribes y luego ya corregirás o podrás pedir la opinión de un lector profesional.
Así que trata a tu escritura como a tu relación de pareja: mantenla bien regada, enfócate en ella y flow. ¿Te has quedado con ganas de más? En este post tienes más claves para volver a enamorarte de la escritura si estás en esa etapa de lo dejo o no lo dejo…
*Bonus track: escenas amorosas*
Vuelve al título de este post…¿Dónde están las escenas amorosas? Vale, lo prometido es deuda. Toda novela o relato que se precie tiene que tener algún momento amoroso. Puede que sea explícito, sutil, atormentado, dulce, aludido… Aquí van cinco de mis novelas favoritas con escenas de amor/pasión/sexo para enmarcar. Te recomiendo que las leas (no vale haber visto la película) para “copiar” y fabricar tus propios capítulos de love love love.
– “Cumbres borrascosas”, Emily Brönte. Pufff, ¡¡madre mía!! Ese amor atormentado entre Heathcliff y Catherine, que perdura más allá de la muerte, esos personajes al borde la locura, ese ambiente del más puro romanticismo… Sin olvidar esa estructura portentosa y desconcertante. Todo un clásico.
– “El amante”, Marguerite Duras. Acabo de releerla para tomar notas sobre la frialdad con que la protagonista habla de su relación con el chino rico y las escenas de sexo despojadas de amor pero impregnadas de sensualidad. Resulta dura y a la vez tiene un barniz de ternura que deja huella.
– “Memorias de África”, Isak Dinesen. La baronesa nos regaló esta señora novela, contando su propia historia de amor, épica, colonial y aventurera encarnada en ese cazador profesional, que siempre recordaremos con la cara de Robert Redford. «Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas Ngong»… Muero de amor.
Vale, los hombres también escriben grandísimas historias de esas que se te caen la baba:
– “Madame Bovary”, Gustave Flaubert. Este señor en el siglo XIX se marcó una de las escenas de sexo más calientes y a la vez más sutiles de la historia de la literatura. Emma Bovary y su amante León Dupuis tienen una larga sesión de “dámelo todo, papito” mientras su carruaje da vueltas por la ciudad de Rouen. La escena, narrada desde el punto de vista del cochero, es una obra maestra de la alusión. He tenido ganas de plagiarla en más de una ocasión. Solo en un instante se ve una parte del cuerpo de los amantes: cuando la mano desenguantada de Emma aparece detrás de las cortinas. ¡¡Por favor!!
– “Los puentes de Madison”, Robert James Waller. Vale, todo el mundo recuerda la película pero ni idea de quién la escribió, ¿verdad? Yo creo que la fuerza y la credibilidad de esta historia, paradigma clásico del amor imposible, solo puede surgir de una pasión real. ¿Se enamoró locamente de una mujer casada, señor Waller? En cualquier caso, nos da igual que fuera verdad o no. Lo importante de esta novela es el ambiente, cómo las variaciones climatológicas se mezclan con los estados de ánimo de Francesca y Robert. La sensualidad del calor, la melancolía de la lluvia… Bien, solo pido que si hay un remake de la película, el exótico fotógrafo del National Geographic no sea interpretado de nuevo por Clint Eastwood.
Espero que aunque seas más de San Solterín, estas novelas te vuelvan loco de amor.
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